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Investigadores adscritos al IA2 analizan la evolución de la ganadería del Pirineo en los últimos 30 años

Los investigadores del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA), Enrique Muñoz Ulecia, Daniel Martín Collado, Alberto Bernués Jal, Isabel Casasús Pueyo y Sandra Lobón Ascaso, y la investigadora Ana María Olaizola Tolosana, de la Universidad de Zaragoza; todos pertenecientes al Instituto Agroalimentario de Aragón (IA2) y al grupo consolidado de Sistemas AgroGanaderos y Alimentarios Sostenibles (SAGAS), han analizado la evolución de la ganadería de montaña en los valles de Broto, Benasque y Baliera-Barrabés, así como los factores socioeconómicos a nivel europeo, regional y familiar que han determinado dicha evolución, mediante el seguimiento de 100 explotaciones de vacuno desde 1990 hasta 2018.

El trabajo se ha realizado en el marco del proyecto H2020 GenTORE, que analiza los sistemas europeos de producción de vacuno de carne y leche. Este estudio y las implicaciones para un mejor seguimiento y apoyo a la ganadería de montaña a nivel nacional e internacional han sido publicados en la prestigiosa revista científica Agricultural Systems, número 1 del ranking mundial en el campo de la Agricultura Multidisciplinar.

En Europa, los agro ecosistemas de montaña cubren un tercio de la superficie terrestre y albergan al 17% de la población. Asimismo, son esenciales en la conservación de la biodiversidad y multitud de servicios de los ecosistemas. En particular, los sistemas ganaderos de estas áreas desempeñan un papel clave en la prevención de incendios forestales, la conservación de especies emblemáticas como el quebrantahuesos, el mantenimiento de paisajes heterogéneos, o el patrimonio gastronómico, contribuyendo a mantener la población y la actividad económica.

Por ello, es fundamental conocer y comprender los cambios ocurridos en estos sistemas ganaderos y en su entorno, e identificar los factores de cambio para adaptarse a posibles escenarios futuros.

En los últimos 30 años, ha cambiado la orientación productiva (de producción de leche a producción de carne), se ha incrementado la duración del pastoreo, el tamaño del rebaño y la concentración de animales por superficie agraria, pero se ha reducido la mano de obra dedicada a la ganadería y se han abandonado las zonas de pastos más marginales. Esta tendencia ha estado influenciada principalmente por la evolución de la Política Agraria Común (PAC), y ha llevado a que la mayoría de las explotaciones tengan una alta dependencia económica de los subsidios para mantener su rentabilidad.

Además, el contexto regional y las características de la familia (tamaño de la familia, la edad y el nivel de formación del ganadero, el dinamismo del ganadero) han tenido gran importancia dando lugar a trayectorias específicas de evolución en cada valle estudiado. En el valle de Benasque, la demanda de mano de obra debido al desarrollo turístico produjo una gran competencia por la mano de obra con la ganadería. La limitada disponibilidad de área agrícola en Broto ha generado un incremento del número de animales por superficie mucho mayor que en los otros valles.

Finalmente, la falta de alternativas económicas (como el turismo) en Baliera-Barrabés ha favorecido que las explotaciones ganaderas sean de mayor tamaño y se dediquen más al cebo de animales. Un 40% de las explotaciones, independientemente del valle en el que se ubican, mostraron escasa adaptación a los cambios acaecidos durante el periodo estudiado, lo cual es motivo de preocupación para el futuro de muchas explotaciones.

Los hallazgos del estudio tienen tres implicaciones clave para las políticas agroambientales y de desarrollo rural. Primero, es necesario adaptar las políticas al contexto socioeconómico de cada valle o región y evaluar su impacto. En segundo lugar, la falta de sucesión es un problema clave y las políticas centradas en el fomento de la rotación generacional no están logrando sus objetivos.
El envejecimiento de los agricultores se está convirtiendo en el problema más urgente para el futuro de la agricultura de montaña. Nuevas herramientas de mentoría de jóvenes y financiación adecuada pueden revertir en parte este proceso.

En tercer lugar, se ha mostrado que la rentabilidad ganadera depende en gran medida de las subvenciones de la PAC. Sin embargo, la distribución de subsidios se concentra en una minoría de agricultores según el tamaño de la explotación, más que en los objetivos sociales y ambientales que supuestamente persigue la PAC.

En este sentido, convertir las subvenciones directas en pagos por servicios ambientales y una mayor integración de la PAC con otras políticas sectoriales como la red Natura2000, o con marcos generales como los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, aumentaría la coherencia, eficiencia y equidad de las políticas públicas.

Fuente: Aragón Hoy